01 Ene Cuidate en grande
Bienvenid@ a este espacio para nutrir tu vida de alegria, pasión, bienestar. Te invito a darte absolutamente todo. Sé muy generos@ contigo. Lánzate a ser tu diga lo que diga tu mente o los demás. Vive tu vida. Expresa quien eres a cada momento. Simplemente disfruta.
Quizás ya estés en ese cuidado. Quizás no. ¿En qué momento te dejaste a un lado y seguiste andando como si esto no fuera contigo? Igual no lo tienes muy presente. Ni siquiera te diste cuenta. Solo al cabo de un tiempo empezaste a sentir que tus días eran aburridos, rutinarios, grises, planos. Que necesitabas algo más. A ti.
Un día me descubrí deseando coger la maleta y fugarme de mi vida. Empezar de nuevo. Ilusionarme en otro lugar, con otras personas. Eso sabía que no serviria de nada. Pues al cabo de poco sentiria que lo único que había hecho era trasladar mi existencia gris a otro espacio.
Al principio fue como subir al desván y ver qué encontraba. Abrir cajas, encontrar cartas, fotos, objetos emocionales. Recuperar momentos. Mirarme. Quien sabe por donde empezar el camino de retorno a un@ mism@. Había leido que siempre hay una puerta. A veces puede ser un hobby, un libro, una mirada en el espejo, incluso una enfermedad. Situaciones que la vida te está poniendo constantemente para recuperarte. La felicidad no esta fuera. Está dentro de ti. Eso ya casi es un tópico. Estaba harta de oirlo. Pero seguía haciendo dia tras día lo que se espera, lo que se debe hacer, lo que siempre hicieron tod@s.
Mi Puerta fue la fibromialgia, una etiqueta aplastante como una losa de acero, que me ofrecía el reumatólogo. Una voz en mi interior me decía no la cojas y te la pongas en la solapa. Hay salida también para esto. Y tu lo sabes. Lo primero que hice fue parar. No porque fuera una elección libre. Venía impuesta por mi cuerpo. Estoy muy agradecida, era mi primera acción de respeto hacia mi en años. Si no hubiera sido por esto, aun estaria andando aquel sendero tan poco amoroso. Luego empecé a buscar. Reconozco que buscaba fuera de mi. Tenía la esperanza de encontrar ayuda. Estaba muy perdida. No eran pastillas lo que necesitaba para calmar el dolor y seguir con todo. Era otra cosa. Y aunque yo misma era incapaz de verlo, intuía que había algo mejor.
Una tarde en el sofá mi pareja me dijo. ¿no será un tema menstrual? Te pasa cada mes todo este desequilibrio. Le miré asombrada. ¿Como podia ser que no me hubiera dado cuenta? Aquello era una pista. Tal era mi desconexión con mi cuerpo, que necesitaba oírlo en boca de él. Empecé a investigar sobre la menstruación. Se abrió un mundo para mi. Empezó a asomar en mi cabeza mi mujer cíclica. Fue mi primer paso. Empecé a conocerme. A saber que todos los días no eran iguales y que eso además de ser bueno, era sabio como la naturaleza, y me permitía danzar y encarnar diferentes tipos de mujer a cada luna. Menstruar se volvió algo deseado. Un espacio de descanso. Unos días para bajar mi ritmo. estirarme en el sofá un par de horas con la manta. Empecé a permitirme relajarme. Descubrí que ser femenina no es únicamente una cuestión de apariencia, de faldas, escotes, maquillaje y tacones. Mi esencia femenina era un universo que pedía a gritos ser vívida. Me sumergí en ella. Me recordé. Dejé de maltratarme tanto. De castigarme, de ser tan exigente conmigo y con todos, de abusar de mi. Mi cuerpo se merecía algo mejor. Calor, masaje, comidas ricas, risas, amigas, reconocimiento. Tenerle en cuenta en resumen. Aprendí que menstruar no es una cruz que pasamos una vez al mes. Nuestro ciclo es nuestra forma de estar en el mundo. Ciclar es naturaleza. Es un regalo poderoso que se nos ha dado a las mujeres para vivirlo en plenitud, para ser conscientes de quien somos y además disfrutar del poder creador.
A todo esto, mi femenino se fue iluminando. Mi cuerpo estaba agradecido. Aunque había todavía que andar mucho en el laberinto del reencuentro conmigo. Empecé a sentir la necesidad de ponerme en acción. De salir de nuevo al mundo ahora que era un poco más yo. Estaba sin fuerzas. Y moverme era como arrastrar una pirámide. Necesitaba a mi parte masculina, que también estaba agotada de hacer sin parar y sin sentido. Fueron unos años de desaprender, soltar y volver a aprender. Empecé a decir no. Me concedí espacios que me llenaran. Decidí dar lugar a la expresión de mis dones. Abracé mi niña interna. Me concedí viajar, algo que siempre había soñado. Y sobre todo, aunque todavía es una lección en progreso, aprendí a ser la primera en mi vida, a ser el centro de mi vida, para poder así relacionarme con las personas y el mundo desde la conexión conmigo. Era esencial vivir en coherencia con todo lo que os cuento. Para ello necesitaba mi parte masculina fuerte, presente, para poder cuidarme, protegerme, tomar dirección, decisiones y ponerme en marcha. Así leído en unas líneas puede parecer coser y cantar. Aunque puedo afirmar que retirar todas las cosas que me separaban de mi, ha significado muchos ajustes, tiempo, voluntad, rendición y recuperar mucha autoestima. Ese es el gran secreto. Amarse a cada instante en cualquiera de las cosas que hagas. Y pregúntate a menudo, ¿esto lo hago por y para mi, o por los demás? Cuando aprendes a cuidarte, puedes cuidar a los otros incluyéndote, entonces la acción de dar se ofrece desde otro lugar, no para que te quieran o te acepten. Sino para compartir quien eres con los demás y sentir el placer de las relaciones.
Mi lema: cuidarse es amarse. Es mi guía. Y en el camino del cuidado he ido encontrando infinitos recursos. Entre ellos los aceites esenciales de Young Living, que llegaron justo cuando empezaba a levantar cabeza en toda esta historia. Hoy en día ya no sufro brotes de fibromialgia. ¿como ha sido posible? Lo acabas de leer. Actualmente, vivo una vida llena de aventuras, que comparto en este blog y dedico mi tiempo a lo que me apasiona y a mi familia, pues he decidido crear una realidad en la cual haya abundancia de cuidado, manifestada en todos los ámbitos. Y en todo esto los aceites esenciales me ayudan muchísimo. Me liberan de tóxicos a mi y mi hogar. Me siento muy satisfecha de cuidar a través de las esencias a mi, a mi pareja, mis hijas, mi gata y quien se cruce conmigo. Lo que más amo de todo lo que me ofrece esta oportunidad es que me recuerda siempre quien soy, mi esencia, y me ofrece una forma libre para vivir siendo yo.