Cuando llega Ostara

Cuando se levantó aquella mañana y puso los pies en el suelo sintió que estaba menos frío. Escuchaba el canto de los pájaros mientras se vestía. Un petirrojo se posó en su ventana y le observaba.

Ese día no tenía mucho que hacer, así que decidió salir a pasear. El sol brillaba más. Y el aire era más cálido. El petirrojo le iba siguiendo o mejor dicho abría el camino. Una liebre le observaba escondida entre las hierbas y a Dim le hacía sonreír, pues veía sus inconfundibles orejas que sobresalían entre la vegetación. Siempre se reencontraban en primavera. A veces incluso le había tejido un gorro para sus orejas, eran amigas. Una coneja tímida y curiosa. 

Dim se dirigía hacia el riachuelo, y de lejos ya escuchaba su rumor. Las golondrinas dibujaban el cielo. Y anunciaban Ostara. La primavera había regresado una vez más. Y las nieves volvían a fluir en forma de agua.

Se tumbó sobre la hierba fresca, sintiendo el abrazo de la tierra, la música de los pájaros, sintiendo como la vida despertaba. Su pecho, lleno de alegría, era un manantial de flores que emergía hacia fuera y lo llenaba todo de suavidad y ternura. Era como recibir las caricias de los pétalos.

El equinoccio siempre le hacía sentir la sensación de estar rodeada de bebés. Todo era tan recién nacido. Tan tierno. Los brotes, las amapolas, los animales que parían, como las ovejas, las crías que rompían los huevos, el agua del río. Todo era tan nuevo.

Y entonces sintió aquel resoplido en su nuca. Se giró tranquila, sabía que era él. Muz, el dragón que siempre le acompañaba, se hacía más presente especialmente en esta estación.  Él le ayudaba a hacer todas las cosas que le asustaban. Era momento de probar la primera vez en algo nuevo. Le seguía a todas partes. ¡Suerte que solo ella podía verle! Sinó menudo susto la gente del pueblo. ¡Nadie entendería que era inofensivo, salvo cuando alguien quería dañarla claro! Muz se tumbó con ella a tomar el sol a su lado.

Un remolino de hadas volaba sobre Dim y estaban creando entre todas, una corona de violetas. Reían mientras trenzaban los tallos, hasta que por fin pudieron ponérsela sobre su cabeza. ¡Dim se miró en el reflejo del agua y se vio tan bella! Tuvo un impulso de fuerza, el corazón le latía intensamente y de un salto subió al lomo de Muz y alzaron el vuelo juntos, sobrevolando la tierra, tan verde, tan frondosa, tan fecunda, observando como todo renacía de nuevo con aquel dulce aroma de bebé. Tantas crías mamaban de su madre…

Y si cerraba los ojos escuchaba el arrullo de Gaia que cantaba a todos los recién nacidos y en su girar eterno les mecía en su regazo de Amor.

Este cuento está inspirado en el aceite esencial Sensations, una sinergia creada por Young Living. Esta mezcla està compuesta por jazmín, ylang ylang, geranio, bergamota, cilantro. Es una esencia que conecta con la sensibilidad, muy floral, es como una caricia de pétalos que invita a disfrutar.

Te sugiero oler siempre antes de leer. Al menos un minuto o siete respiraciones profundas. Si deseas conseguir este aceite esencial puedes contactar conmigo en monicagallifa@gmail.com